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viernes, 8 de agosto de 2008

¿Crisis o Desaceleración? Aquí lo llamamos “desconfianza”

Javier Meana
Abogado.

Al día de hoy, cuando me toca escribir estas líneas a buen seguro estará el lector saturado de los innumerables análisis, montañas de artículos y ríos de tinta sobre lo que acontece al panorama económico español. Y no seré yo quien le canse con más de lo mismo (porque nos quedan cuatro años más).Ya todos sabemos lo que ocurre: el brusco repunte de la inflación, el famoso ajuste inmobiliario, las dificultades que existen de acceso a la financiación y la temida pérdida de poder adquisitivo de los consumidores.

Además, en estos tiempos de zozobra, se nos instalan en la lengua palabras que nunca pensamos pronunciar mientras haces la compra o echas gasolina; hoy, cualquiera habla, como si tal cosa, de recesión, fin de ciclo económico, desaceleración, crisis….. ¡¡¡efecto zapatero!!!.(en León se habla mucho de esto). Pero lo que en realidad planea en la cabeza de todos es una cosa: “desconfianza”.

Con independencia de cómo queramos llamar a lo que ocurre en nuestros bolsillos, la “desconfianza” es la peor de las palabras para quienes tienen que arriesgar su dinero, las empresas; para quienes tienen que prestarlo, los bancos y para quienes tienen que cerrar el ciclo consumiendo: usted y yo.

A nadie se le escapa (ya lo dicen todos, tras las elecciones) que se han venido dando soluciones a los problemas económicos que parecían más una respuesta concreta a datos de sondeos que a problemas reales de la sociedad. Y es que una política económica en tiempos de “desconfianza” debe mostrarse con trazo firme, sin bandazos.
Todas las soluciones que vienen dando los sesudos foros económicos o las decenas de presidentes de todo tipo que llevan opinando meses sobre ésto, coinciden en una cosa: el embite de la “desconfianza” debe abordarse con una apuesta decidida por la Innovación y el Desarrollo. En fin, lo de siempre.

En este sentido cabe un reconocimiento y una crítica a la política de I+D de nuestra Comunidad. Después de cómo nos ha tratado el “Gobierno de España” (como decían lo anuncios) durante la negociación del Fondo Tecnológico o los Fondos FEDER ante la Unión Europea, podemos darnos por satisfechos que la Junta haya podido sacar adelante 20 líneas de ayuda a la inversión en tres Programas diferentes. Lo peor es que este trato discriminatorio seguirá cuatro años más.
Por ello, pienso que favorecer la inversión privada no solo es poner en marcha el Programa PRIMER, por ejemplo, sino abrir a la iniciativa privada la posibilidad de investigar a través de nuevos Centros Tecnológicos, no coincidentes con los actuales, pero apoyando sus líneas de investigación por el organismo regional que competa. Hasta ahora es harto difícil hacerlo. Y el Gobierno Regional, aquí, debe innovar también.

Y va un segundo toque de atención.
Para el Gobierno: Si todo este fregado dicen que lo ha provocado la excesiva dependencia de un sector que se ha venido abajo, la construcción… ¿no podríamos pensar que esto mismo podría ocurrirnos en Castilla y León si un día la desaceleración (vestida de “desconfianza”) llega al sector de la automoción? Debe apostarse por la I+D pero, en igual medida, por la diversificación. Frente a la “desconfianza”, diversificación; y frente a la espiral de victimismo, confianza en las personas y sus proyectos.
Para los bancos: mayor implicación con Castilla y León, que ya está bién de abanderar enseñas por las que no se apuesta de verdad. El sector financiero ha sido el gran beneficiado en estos años de decrecimiento. Ahora toca implicarse más con las iniciativas inversoras, estudiando la viabilidad de los proyectos y no las garantías personales de los promotores.
Para las empresas: Estamos mejor preparados para afrontar situaciones desfavorables y buscar alternativas. En tiempos de incertidumbre es donde se puede encontrar mejores oportunidades. Si del riesgo se ha hecho una forma de trabajar, ahora no hay que dejarse llevar por lo que nos cuenten y tomar decisiones de inversión en función de nuestra posición real económica.

Llenar la cabeza a las personas con discursos plagados de incertidumbre tiene un precio: la gente se hace más desconfiada. Del mayor o menor interés que se ponga en apoyar los proyectos personales, dependerá nuestra salida el pozo. Al otro lado de los Gobiernos y los bancos el factor humano es el determinante. Confiemos en nosotros mismos.

1 comentario:

Conxetta1 M G dijo...

Simplemente no es el mayor problema la desconfianza,pero si que es el mayor problema la apatia que existe en la sociedad.No defendemos nada,nos dejamos llevar,como puede ser que seamos tan conformistas,si es verdad que existen tantas familias con todos sus miembros en paro ¿Que piensan?
Un saludo