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miércoles, 31 de marzo de 2010

PASION EN CRISTINA

Javier Meana

Cuando escribo estas palabras es Martes Santo. La semana pasada el pleno del Ayuntamiento de Salamanca guardaba un minuto de silencio a petición del grupo socialista. Al día siguiente, viernes 26 de marzo, la Iglesia de San Juan de Sahún se llenó de autoridades del Gobierno Regional, provincial y local de Salamanca; amigos y personas de toda condición a quienes había ayudado más allá de su trabajo en el campo de los servicios sociales, estaban presentes en su dramática despedida. Este Sábado de Dolores la Presidenta de la Diputación comenzó su pregón en la localidad de Ledesma, “en su memoria”.

Para quien no la conozca, Cristina Gómez Frutos no era una escritora de fama, ni actriz ni empresaria. Había ocupado diversas responsabilidades dentro del Partido Popular de Salamanca desde muy joven. Y su trabajo no sólo se quedó dentro de los Grupos políticos del Ayuntamiento y de la Diputación, sino que a su despedida vinieron amigos que ya ocupan otras responsabilidades políticas en provincias como Zamora, Burgos y Valladolid. Algunos tuvimos la buena costumbre de ir con ella en campaña electoral, año tras año, por los pueblos de la Provincia de Salamanca, que conocía muy bien. Era todo dedicación. Sagaz e irremediablemente leal, a pesar de todo.. y los actos que en su nombre la han recordado, dicen dónde llegó.

Cristina nos ha dejado metiéndonos a todos de golpe en una semana de pasión, de dolor y de resignación; entregándonos el madero que deja su hueco entre nosotros, para que lo llevemos junto a quien es Protagonista, hoy, ayer y mañana, de nuestras vidas. Aunque a veces no lo entendamos.
Un buen amigo, abogado y colaborador columnista de este medio, tuvo la oportunidad de glosar, espléndidamente, esta semana Santa, en Salamanca, una de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz. Entre sus reflexiones, decía, que nosotros somos como los hijos autistas de Dios; porque sin entender muchas veces sus decisiones tenemos que seguirle como Padre, sin preguntarnos porqué, por dónde… fiándonos de que nos indica lo correcto en todo momento.

Quizá sea por eso, porque estaba ya en sus manos la decisión, ocurrió. Y es por eso por lo que nadie entendimos cómo dando a luz una nueva vida deja la suya en un hecho que hoy parece inconcebible. No ocurrió en una aldea de Galilea, ni en un lugar apartado de Egipto, sino en un hospital privado, en Salamanca.

No es mala herencia la que ha dejado con 36 años. Nos ha dejado tres vidas que nos recodarán cómo era; una iglesia entera repleta de amigos, un poso de trabajo por los demás que forma parte de nuestra historia y un hueco que no se llenará, porque tiene su nombre. Esta semana de Pasión, cogeremos el madero que nos entrega, y lo arrastraremos con resignación. Ahora es ella quien nos tiene que ayudar; desde nos vea.

Cristina, amiga, en tu memoria.

(Publicado en http://www.noticiascastillayleon.com/)