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jueves, 13 de agosto de 2009

Nuestros Derechos al Sol


En cualquier película americana que se precie siempre hay un actor que parafrasea a Abraham Lincoln el presidente de los Estados Unidos que dejó las mejores frases para los derechos humanos y para el cine de su país. Este personaje concebía la democracia con unos límites: “Del mismo modo que no sería un esclavo, tampoco sería un amo. Esto expresa mi idea de la democracia” .

En España hoy no se esperan frases de este tipo; ni siquiera Almodóvar que dedica su verano a opinar sobre el Papa (la verdad tampoco me imagino a unos de sus raros y fronterizos personajes diciendo estas cosas..).

Por un lado nuestra mente está con occidente, con Obhama, pero nuestra política con los países salseros caribeños y los emergentes de África.

Nuestra economía se parece cada vez más a la asiática, sin regulación ordenada, pero nuestro ordenamiento jurídico es cada vez más difuso en cuanto a la protección de las personas (nacidas y no nacidas).

Se nos abren las carnes cuando oimos hablar a la hija de de Michael Jackson en su funeral, pero la sociedad civil asiste impávida, día tras día, al espectáculo de apuñalamiento de los derechos humanos por “jueces actores” que construyen, con sus autos y decisiones, frases como: la democracia soy yo.

Nadie piensa que cuando a un político se le señala en un telediario y se le encarcela, se le esposa y se le saca en cien artículos su vida y obras, tiene, también, un honor, un derecho a la presunción de inocencia y una reputación personal, por el mero hecho de ser humano, que está regulado en una constitución.

Estamos asistiendo a una caza y captura de lo público que, en al intención de dignificarlo, lo denigra más. ¿Quién no pone en duda a cualquiera que hoy se dedique a la cosa pública?. Este verano, quienes deben guardar nuestros derechos, los quieren poner al sol y hacerlos brillar; para ello primero se los cargan, prescinden de sus valores y de su objetivo, proteger a la persona, para luego hacer una interpretación en su aplicación según a qué se dedique el sujeto en cuestión. Vamos, que lo de que la justicia es ciega no se lo cree nadie, y no deja de ser una sorpresa en un país europeo y moderno. En Cuba y Venezuela ya lo sabían, pero aquí, hasta ahora, no.

Para hacer brillar un derecho tienes que respetarlo, aplicarlo y seguir un cauce; el mismo siempre, y luego darle su valor, el contenido para el que se creó. Aunque parezca lo contrario, lo que está pasando con nuestros administradores públicos no limpia y engrandece a la democracia; la hace vulgar e insegura. La aplicación arbitraria de los derechos fundamentales nos hace esclavos de de unos amos que con la disculpa de ser más limpios, ensucian nuestra democracia, sus principios y aumentan el desprestigio de las instituciones.

Cuando el procedimiento no es igual para todos, ya nadie está seguro y nuestros derechos , expuestos como una bandera, se secan la sol.