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viernes, 8 de agosto de 2008

¿SABEN PORQUÉ SE SUICIDÓ EL LIBRO DE MATEMÁTICAS?

Javier Meana


Porque tenía muchos problemas. Esa es la respuesta; previsible para alguien con muchos problemas, aunque no aconsejable por supuesto. Nadie lo hubiera previsto del libro de lengua. La previsibilidad es lo que hace anticiparnos y dar una respuesta que minimice nuestros problemas. Y si el libro de matemáticas los tuviera resueltos, no hubiera ocurrido lo del chiste.

Pues con toda la que está cayendo desde hace unos meses, la verdad es que es difícil hacer previsiones de lo que va a suceder mañana, aunque, valga la paradoja, sí estaba previsto hace bastantes meses. Nos está pasando en España como al libro de matemáticas, que seguimos teniendo demasiados problemas y esperamos que otros vengan a resolverlos, a tenor del salero que se le está viendo al gobierno para enfocar algo que no tenía previsto… hay que ver.

Pues nada, con que copien las miles recetas que todo el mundo les está ofreciendo, algo saldrá ¿no?.
El último en opinar ha sido el Círculo de Empresarios, quien señala que “no se puede perder más tiempo en adoptar medidas económicas serias”. Lo ha dicho el 7 de Julio, San Fermín, corriendo delante del Gobierno con el periódico y los informes económicos enrrollados en la mano, como buenos dobladores, señalando el camino al equipo económico del Gobierno. Éste va como un toro entre cabestros; tontorrón, sin tirar derrotes, al trote corto, mientras el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y los innumerables foros económicos que llevan meses opinando de ésto le marcan el camino a la plaza.

Hombre, no es para quejarse, que lo tiene más fácil que el libro de matemáticas…

La Comisión Europea revisó a la baja el crecimiento económico español de 2008 hasta el 2,2%. El Fondo Monetario Internacional ha recortado radicalmente sus previsiones hasta el 1,8%. Y The Economist ha rebajado sus previsiones de crecimiento para España a un exiguo 1% para este año. Nada nuevo.
Hace más de un año Financial Times comenzó a publicar artículos y editoriales que advertían sobre los desequilibrios que se cernían sobre nuestro país (“Pain in Spain).

Los servicios de Estudios de Cajas y Bancos, las Cámaras de Comercio, la CEOE, los Institutos Económicos, el CIS; incluso los Informes de Coyuntura Económica del Ministerio de Economía y Hacienda destacan que la “desaceleración” se inició en enero de 2007, es decir, ocho meses antes de que estallara la denominada “crisis subprime” (9 de agosto de 2007)
¿Saben cómo se llama lo que nos pasa ahora? Imprevisión, que es casi peor que la crisis, porque no sabemos qué hacer.

Cualquier artículo que Vd. haya leído señala que hay que evolucionar hacia una economía productiva fundamentada en el conocimiento y en la tecnología; aumentar la confianza en las capacidades de las empresas y los ciudadanos. En Castilla y León todos (menos las Cajas) sabemos qué es eso: salimos con más frecuencia a los mercados exteriores, y nuestra competitividad ha aumentado tres puestos en los últimos años. El éxito de una política económica reformadora lo demuestra que nuestra Región, es la 3ª Comunidad Autónoma que más ha convergido durante los últimos cinco años en la Europa de los 27.

Por el contrario, en el resto de España hemos seguido el camino contrario. Uno de los ejemplos más tristes de esta deriva ha sido la tan cacareada política de I+D+i en la que el Gobierno de España desmanteló el sistema de incentivos fiscales más eficiente de Europa para sustituirlo por un costosísimo programa de subvenciones y ayudas cuyo resultado ha sido perder posiciones dentro de la UE, hasta el punto de haber sido superados incluso por Chipre. Se ha gastado más y con peores resultados que hace unos años.
Son datos y se reflejan en la caída de los indicadores de confianza. No es casual que en la actualidad se encuentren en niveles muy próximos a los que dejó Pedro Solbes en 1996, al finalizar su anterior etapa como ministro de Economía.

En realidad, se trata de una crisis largamente pronosticada. Si no queremos acabar como el libro de matemáticas, sigamos los “informes enrrollados” de los dobladores.

El “low cost”: la I+D de los tiempos difíciles

Javier Meana
Abogado.

El low cost o lo que es lo mismo, los productos y servicios a bajo coste, inundan nuestras vidas. Hoteles de bajo coste, líneas aéreas, moda “cheap&chic”, telefonía barata, coches utilitarios de 2.500 euros, inmobiliarias, servicios jurídicos o campañas políticas como la de Rosa Díez.
Ante las negras perspectivas de la economía este tipo de concepto es la salida para las empresas que intentan reinventarse a sí mismas.
Es la I+D de los tiempos difíciles.
El low cost es tan simple como su significado: consiste en conseguir una empresa con una estructura mínima, ligera y sencilla; y con ella ofrecer productos o actividades habituales (como viajar, o recargar tu teléfono) de una manera distinta a como lo hace la industria tradicional. Expertos en esta tendencia señalan que no solo basta con reducir los costes, sino que hay que echarle imaginación a Internet y redefinir el producto que quieres colocar y la manera en cómo lo vas a vender. Eso lo hará inimitable.
No cabe duda, como dice un anuncio (de una compañía que no es low cost, precisamente) que “el ser humano es extraordinario.” Cambian las oportunidades y nace una nueva estrategia empresarial; se caen los mercados y se aprovechan las tendencias a la baja; la información de los consumidores es enorme y sin embargo se sacan ventajas ofreciendo, incluso, menor calidad. Hacer estas cosas, con la que está cayendo se llama I+D. Ni más, ni menos.

Mientras los empresarios se las ingenian, no crean que los apoyos que reciben van a la misma velocidad. ¿Alguien cree que no? Pues solicite una ayuda para su idea y me lo cuenta. Las administraciones se afanan estos días en plantear, numeradas, eso sí, (para dar sensación de orden y eficacia) iniciativas contra la recesión económica. Se crean más ministerios, se desdoblan organismos y se añaden más fundaciones a un organigrama donde, las que ya están, solapan competencias. No sé si Vd. pensará que son innovadoras las medidas propuestas; desde luego low cost no son, está claro.
Y es que vivimos en un territorio de contrates. Nos dicen que la calidad es el factor esencial para competir con otros mercados, los asiáticos, por ejemplo; sin embargo “el cielo se cae sobre nuestra cabezas” cuando Rynair (la madre del bajo coste) dijo, en su día, que se estaba pensando si aterrizar o no en Valladolid. Menuda se montó.
Si de verdad quieren ayudar, no hagan la piedra angular de las iniciativas económicas los incentivos fiscales o la rebajas de tipo en los créditos que piden las empresas a los bancos; Hay crisis crediticia y está claro que los bancos no empujan en la misma dirección que las iniciativas del gobierno (que se lo pregunten a nuestras cajas o mejor a nuestro Gobierno). La administración debe contagiar dinamismo a los mercados. Y éstos exigen soluciones como las de bajo coste, donde la innovación deja de ser un concepto complicado y lleno de trámites y es tan sencillo como sacarle todo el partido posible a Internet. Tal vez escuchar a los empresarios, sería un comienzo… está claro que van por delante.
Ya existen webs que explican las infinitas opciones que hay para crecer en condiciones “low”. Son una ayuda a los emprendedores que pueden ver que es posible crear empresas en épocas bajas; y, sin duda, un libro abierto para aquellos que tienen la responsabilidad de redefinir estrategias, modos y conceptos tan básicos como la innovación en tiempos difíciles. Hay que reinventarse, está claro.

¿Crisis o Desaceleración? Aquí lo llamamos “desconfianza”

Javier Meana
Abogado.

Al día de hoy, cuando me toca escribir estas líneas a buen seguro estará el lector saturado de los innumerables análisis, montañas de artículos y ríos de tinta sobre lo que acontece al panorama económico español. Y no seré yo quien le canse con más de lo mismo (porque nos quedan cuatro años más).Ya todos sabemos lo que ocurre: el brusco repunte de la inflación, el famoso ajuste inmobiliario, las dificultades que existen de acceso a la financiación y la temida pérdida de poder adquisitivo de los consumidores.

Además, en estos tiempos de zozobra, se nos instalan en la lengua palabras que nunca pensamos pronunciar mientras haces la compra o echas gasolina; hoy, cualquiera habla, como si tal cosa, de recesión, fin de ciclo económico, desaceleración, crisis….. ¡¡¡efecto zapatero!!!.(en León se habla mucho de esto). Pero lo que en realidad planea en la cabeza de todos es una cosa: “desconfianza”.

Con independencia de cómo queramos llamar a lo que ocurre en nuestros bolsillos, la “desconfianza” es la peor de las palabras para quienes tienen que arriesgar su dinero, las empresas; para quienes tienen que prestarlo, los bancos y para quienes tienen que cerrar el ciclo consumiendo: usted y yo.

A nadie se le escapa (ya lo dicen todos, tras las elecciones) que se han venido dando soluciones a los problemas económicos que parecían más una respuesta concreta a datos de sondeos que a problemas reales de la sociedad. Y es que una política económica en tiempos de “desconfianza” debe mostrarse con trazo firme, sin bandazos.
Todas las soluciones que vienen dando los sesudos foros económicos o las decenas de presidentes de todo tipo que llevan opinando meses sobre ésto, coinciden en una cosa: el embite de la “desconfianza” debe abordarse con una apuesta decidida por la Innovación y el Desarrollo. En fin, lo de siempre.

En este sentido cabe un reconocimiento y una crítica a la política de I+D de nuestra Comunidad. Después de cómo nos ha tratado el “Gobierno de España” (como decían lo anuncios) durante la negociación del Fondo Tecnológico o los Fondos FEDER ante la Unión Europea, podemos darnos por satisfechos que la Junta haya podido sacar adelante 20 líneas de ayuda a la inversión en tres Programas diferentes. Lo peor es que este trato discriminatorio seguirá cuatro años más.
Por ello, pienso que favorecer la inversión privada no solo es poner en marcha el Programa PRIMER, por ejemplo, sino abrir a la iniciativa privada la posibilidad de investigar a través de nuevos Centros Tecnológicos, no coincidentes con los actuales, pero apoyando sus líneas de investigación por el organismo regional que competa. Hasta ahora es harto difícil hacerlo. Y el Gobierno Regional, aquí, debe innovar también.

Y va un segundo toque de atención.
Para el Gobierno: Si todo este fregado dicen que lo ha provocado la excesiva dependencia de un sector que se ha venido abajo, la construcción… ¿no podríamos pensar que esto mismo podría ocurrirnos en Castilla y León si un día la desaceleración (vestida de “desconfianza”) llega al sector de la automoción? Debe apostarse por la I+D pero, en igual medida, por la diversificación. Frente a la “desconfianza”, diversificación; y frente a la espiral de victimismo, confianza en las personas y sus proyectos.
Para los bancos: mayor implicación con Castilla y León, que ya está bién de abanderar enseñas por las que no se apuesta de verdad. El sector financiero ha sido el gran beneficiado en estos años de decrecimiento. Ahora toca implicarse más con las iniciativas inversoras, estudiando la viabilidad de los proyectos y no las garantías personales de los promotores.
Para las empresas: Estamos mejor preparados para afrontar situaciones desfavorables y buscar alternativas. En tiempos de incertidumbre es donde se puede encontrar mejores oportunidades. Si del riesgo se ha hecho una forma de trabajar, ahora no hay que dejarse llevar por lo que nos cuenten y tomar decisiones de inversión en función de nuestra posición real económica.

Llenar la cabeza a las personas con discursos plagados de incertidumbre tiene un precio: la gente se hace más desconfiada. Del mayor o menor interés que se ponga en apoyar los proyectos personales, dependerá nuestra salida el pozo. Al otro lado de los Gobiernos y los bancos el factor humano es el determinante. Confiemos en nosotros mismos.

"Se trata de Economía, estúpido"

Javier Meana
Abogado.

“it’s the economy, stupid”. Con esta frase, como una parte del eslogan de su campaña, Bill Clinton fue presidente de los Estados Unidos en 1992, derrotando a George Bush (padre), cuando los bolsillos de los ciudadanos salían de una recesión dos años antes. Después de la que está cayendo, la economía debería ser la idea principal en la cabeza de todos aquellos que se dedican a la cosa pública, Sobre todo aquellas administraciones más pegadas al territorio.

Tenemos un sector productivo que se lo merece por el esfuerzo que está haciendo. Un ejemplo es la inyección que están metiendo al mundo rural los múltiples proyectos de energías renovables que salpican nuestra provincia; el nuevo éxito internacional de embutidos Fermín, abordando ahora el mercado canadiense; o el Grupo Insa en Marruecos; los 8 millones que dice alguna fundación empresarial que va a destinar este año a I+D; el anuncio de los 15 millones de euros que pretende invertir en Salamanca Iberdrola (por fin) mientras firma toda clase de acuerdos con nuestra centenaria Universidad para el apoyo en la formación de nuevas tecnologías. Ahora la pregunta es: ¿se quedarán aquí esas mentes mejor formadas?

Frente a esto vemos como algunas de las empresas multinacionales que ya eran, casi, como de la familia, se van; otras cambian de manos, y el número de nuevas empresas se aleja en cifras al resto de provincias de Castilla y león. Tan solo contabilizamos un aumento de un 3% frente al 45% de Valladolid, y el 172% de Segovia por ejemplo…

Son los claroscuros del sistema productivo salmantino, la cara y la cruz de la moneda de un tejido empresarial que ha sabido modernizarse y abrirse a nuevos mercados, pero que aún tiene un trecho que recorrer, y al que las políticas locales y provinciales no le acompañan en absoluto.
Los presupuestos locales se van en alimentar un turismo necesario, pero que ha tocado techo y en atender unos servicios sociales, imprescindibles, cada vez más extensos. Pero no tienen políticas firmes y duraderas en el tiempo destinadas a la atracción de empresas, ni ayudar a prosperar a ese 3% que han crecido en los últimos ocho años.

No se mira por la diversificación, en nuestra provincia, y se espera que sean los empresarios, como está ocurriendo, quienes sujeten el temporal de recesión. Los problemas de nuestra economía comienzan por la crisis de la construcción pero las cifras del paro en el mes de febrero reflejan que el sector en el que más aumentó el desempleo fue el de los servicios.

En términos generales, los mimbres están puestos; hay tenacidad por parte de los empresarios de Salamanca, ganas de abrir oportunidades, dentro y fuera; y capital humano, científico, tecnológico que se está formando de una manera singular en la provincia. Ya lo hemos dicho. Pero queda la espina de siempre: no hay promoción de Salamanca como destino de inversión.

De nada sirve que la Diputación se gaste millones en arreglar carreteras si nadie va a circular por ellas dentro de unos años, o que el ayuntamiento facilite la construcción de camas hoteleras, para que los turistas puedan dormir 1,5 noches de media.


Tendrían que preguntarse, en cambio, que hacen en Zamora donde el número de empresas ha crecido un 28%, o en Soria con un 32%, o en Avila un 42%. Con los mismos, o peores, problemas de despoblación y envejecimiento rural.

Ahora “se trata de la economía”. Tocan épocas de crisis, desaceleración, recesión, o lo que sea; en cualquier caso, de desconfianza. Frente a ello, la administraciones locales y provinciales tienen que innovar, diversificar, con planes de desarrollo empresarial; venderse fuera, para poder crecer dentro.

Alguien escribió que la economía es la que puede alcanzar el equilibrio territorial, distribuir la riqueza de manera justa y adecuar el estado de bienestar a la realidad demográfica actual.
O dicho de otro modo, la que puede hacer que nuestros pueblos no se mueran, las carreteras lleven a algún sitio y nuestras ciudades tengan algo más que un sector servicios cambiante e inseguro. Es lo que toca.

Salamanca: Muy Culta, Docta, Muy Leal.... y Tecnológica

Javier Meana
Abogado.


No cabe duda que el tiempo estival es un tiempo de reflexión; no solo para quienes aprovechan a reorganizar sus cabezas y estrategias de cara al nuevo curso, sino también para esos organismos de todo tipo que nos inundan estas semanas, con datos y porcentajes, de lo que hemos sido y hemos hecho en la mitad del año.

Y echando un vistazo a lo que ha sido Salamanca y su economía, la verdad es que algo está cambiando. Los incrementos en el número de establecimientos turísticos y plazas de alojamiento están estancados respecto a otras provincias de la Comunidad; a pesar de ser la provincia más visitada, sin embargo los turistas no pasan más de día y medio aquí. Los datos tocan techo.

Sin embargo donde más se puede crecer, es donde menos hay. Ello explica que, junto con Soria, Salamanca es la 2ª provincia con más crecimiento industrial. Es como ver la botella medio llena o medio vacía. Pero en realidad somos más industriales que ayer y eso está bién.

Las empresas salmantinas están haciendo un enorme esfuerzo en avanzar en productividad.
Salamanca fue una de las que más destacó el pasado año, entre todas las de la Comunidad, en “actuaciones de innovación y desarrollo tecnológico en empresas” con 40 proyectos aprobados. Un 208 % más que en años anteriores. Esto supuso que las empresas salmantinas realizaron proyectos de I+D por un valor de de casi 14 millones de euros (un 205% más), las cuales recibieron unos 6 millones de euros en ayudas por parte de la Junta de Castilla y León.

Ello tiene doble mérito. Por un lado, siendo sinceros, en Salamanca no se da el mismo cariño al desarrollo de una industria de transformación avanzada, de alto valor añadido y que sea competitiva, que al preciado turismo.
Por otro, es importante que empresas de pequeño tamaño, como las nuestras, se involucren en un proceso de internacionalización o destinen recursos a I+D. Estos son retos que salvan con éxito por encima de otras provincias.


Por eso hay que cuidar, tanto como a los turistas, proyectos empresariales como el Centro de innovación Tecnológica que instalará, en Aldeatejada, la empresa Iberdrola junto a IBM: 62 millones de euros, 100 trabajadores previstos, acuerdos con la Universidad y referencia para Salamanca en Innovación Tecnológica.
Hay casi 1000 empresas de telecomunicaciones que operan en Castilla y León. Salamanca es la tercera provincia que más empresas acoge de Nuevas Tecnologías. Son empresas cuya inversión anual ronda los 700.000 euros de media de los cuales el 26% los dejan en nuestra Comunidad.

Mientras tanto, el BOCyL nos recrea, cada cierto tiempo, con un nuevo título para Salamanca que se une a los de muy culta, docta, muy leal…. El último fue el pasado mes de Junio, otorgándole el título de “Sabia”. Con estos datos bien podemos aplicar el de “ hospitalaria” (que también ostenta la Ciudad) a las empresas que deciden abrir sus puertas en esta provincia, para que fuera de aquí no resulte una casualidad ver noticias como la anterior y nos vean también como provincia “tecnológica”.

Hay proyectos que podemos sacarles más provecho innovador. El Area Logísitica de Salamanca, por ejemplo.
Aparte de servir de excusa para realizar Congresos Transfroterizos (que vienen muy bién para el turismo) provincias como Santander o Zaragoza lo han convertido en articulador de las iniciativas e intereses sectoriales de la logística y transporte intermodal en el ámbito de la I+D+I en sus provincias, actuando como ente que investiga el sector. Es una idea. Está inventada, pero podemos aplicarla.

Estoy de acuerdo que el turismo es importante para la vertebración provincial. Hay que seguir fomentándolo. Pero hay que aprovechar el tirón de las nuevas tecnologías para la diversificación sectorial del tejido industrial; su internacionalización, el incentivo a los proyectos proactivos endógenos, y la localización de nuevas empresas en las comarcas más deprimidas. También así se equilibran las diferencias, se igualan personas y territorios.

Es verdad que la implantación de una empresa obedece a una decisión de estrategia de la propia empresa; pero en ese proceso de decisión debe haber una promoción de Salamanca como destino de inversiones.


Tal vez los datos de la provincia sobre I+D hagan reflexionar; y promocionemos, decididamente, lo que hacen las empresas por nuestra provincia, desde la innovación, el capital humano, la diferenciación y la calidad de la industria en Salamanca.